
... o más bien hasta luego, pero de momento es así. O no tanto.
Llegó el momento, como todo en esta vida y en la otra esperemos. Así de raudo y así de firme ha pasado todo el semestre, como una apisonadora, y toca volver a casa. Nunca un viaje de retorno se ha resistido tanto y me ha maltratado de modo semejante.
Las cosas que están o pretendemos que estén en nuestra mano, bajo nuestro dominio son, como los títulos del dépor, escasas.
Tras unas semanas de trabajo continuo y de estrés pre y post-traumático, y diversos síndromes de consideraciones varias, me hallo en la habitación de un hotel de aeropuerto, con la cadena de los deportes puesta, sin volumen, en el televisor, y los mejores momentos de la liga de beisbol, la final NBA en la que esperemos haga historia Gasol con los Lakers, y algún que otro partido de la Eurocopa o lerias de esas. Pero ahora poca atención le presto, pues con el "every day is like sunday" de Morrisey mi mente se traslada a los buenos momentos y feelings que me hacen estar un poco más cerca de casa.
Cierto es que hacía tiempo que no escribía esta pagina. Pero es que he estado ocupado haciéndolo en otros medios y blogs de reconocido prestigio y de fama internacional. Y claro, eso lleva más tiempo. Y los fans, que me quieren más. el cuento del profeta desprofetizado.
Esta carta es sin duda la última y está dedicada a todos en particular y a nadie en general. Como a los grandes genios y sabios, me gusta irme en silencio, sin perturbaciones ni despedidas exageradas, sin frases estrafalarias. como mucho alguna malsonante, pero por hoy han sido suficientes. a algún empleado de US Airways aun le tiemblan las orejas. Si es que no hay derecho. No. Ni aqui ni en Pekín.
Un restraso, o retardo más bien, o cúmulo de incompetencias y despropósitos, de más de dos horas en Fresno me hace perder dos conexiones y tener que llegar un día (en SI 24 horas) más tarde a mi hogar. Seis horas en el aeropuerto, tras una noche entera sin dormir, y al fin conseguir dos vales de comida, taxi y habitación executive en el Holiday Inn. Un poco de francia-rumanía para coger el sueño, y hasta más ver.
Por ahí paso, pero es que este año algo pasa conmigo y los aeropuertos, o las aerolíneas internacionales.
Al menos me queda la barra del bar y esa cerveza que tan bien baja por mi gaznate. y la música del jukebox, que se traga mis quarters para dejar sonar a los Beach Boys, que serán la melodía que me lleve de recuerdo, al menos por un par de horas o tres.
Última noche en California, con sabor agridulce, casi amargo, como la misma cerveza barata de la tienda el indio cabrón, que si puede te la mete doblada, traspuesta y se queda tan marrón. Sucio bastardo.
Pocas cosas salen del derecho hoy, pero es normal hoy día y hoy noche, y tampoco me espera un panorama mejor a mi llegada a la república bananera, cuatrera, cicatera y rasposa de la mal llamada España. Sin transporte, sin gasoleo, sin pescado y sin dignidad; solo espero armar el búnker de mi casa, tirar la llave, y que un desastre natural, artificial o desnatado acabe con la plaga de estupidez e insensatez que ese Zapatero nos ha traido con su torpeza innata y desaparezcan todos del mapa.
En fin, que espero veros a todos sanos y de buen ver a los que leais esto y llegueis hasta el final. Al resto que os den.
Lo de las cervezas, el futbol y los garitos es un hecho, así que no teneis que sugerirlo más de una o dos veces, lo tengo claro. Es el mejor modo de volver a la normalidad con todos vosotros. Y con vosotras, pues ya pensaré algo. Supongo que como siempre con la compañía de Jack. No desespereis. Perseverad y hallareis. (aún no se sabe el qué)
Ultimo adios y últimas palabras desde GMT -8.
Saludos y abrazos.